En las gélidas tierras de Hiperbórea, donde los glaciares se desgarran como cuchillas y los lobos aúllan bajo la aurora boreal, nació una tribu de mujeres que no conocen el miedo ni la compasión.
Se llaman a sí mismas Khaldoryas, hijas del espíritu del frío y de la guerra, nacidas del juramento de sangre pronunciado en la noche de los tres eclipses, cuando sus hombres perecieron ante demonios de hielo y sólo ellas quedaron con vida. Fue entonces que Khaldor, el dios-lobo de las tormentas, les habló desde las entrañas del abismo helado y las marcó como su manada.
Desde aquel día, las Khaldoryas vagan como lobas salvajes, cubriendo apenas su cintura con pieles de osos y lobos que cazan con sus propias manos, llevando el torso desnudo al combate como desafío a los dioses y a los hombres. Sus cuerpos, tatuados con runas de obsidiana y cicatrices de batalla, son estandartes de guerra que brillan bajo la luz de la aurora roja.
Pocas llegan a viejas, pues consideran un deshonor morir ancianas sin haber conocido la gloria de la muerte en combate. Buscan la batalla como otras buscan el calor del hogar, y para ellas, el último aliento entre el fragor del acero es el verdadero canto de victoria.
Allí donde bajan de las montañas, aldeas arden y los hombres tiemblan. Los mercenarios las maldicen como demonios con rostro de mujer, y en las tabernas del sur se habla de ellas con mezcla de temor y deseo. Los civilizados, al verlas, quedan atrapados por su fiereza y su desnudez: miradas de lujuria y asombro se clavan en sus pechos descubiertos, pero pocos se atreven a extender la mano, pues quienes lo hicieron jamás vivieron para contarlo.
Cuando avanzan en manada, ululando como lobas, la sangre se hiela en las venas de sus enemigos. Su nombre basta para sembrar el pánico en ejércitos enteros: Khaldoryas, las hijas del norte, las que nacieron del juramento de sangre y siguen al lobo eterno en busca de gloria y muerte.
Esta es la historia de una de ellas.. Kitara la Khaldorya.
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